Después de la potabilización del agua, la vacunación es reconocida como la acción de salud pública que ha logrado reducir el impacto de las enfermedades infecciosas transmisibles y mejorar la calidad de vida de la población global. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las vacunas previenen entre 3.5 y 5 millones de muertes por enfermedades como la gripe, el sarampión o el tétanos, cada año, en el mundo.
En general, la población cree en el valor social de las vacunas porque ve disminuir los casos de la enfermedad para la cual se aplican; sin embargo, cuando se dan pocos casos por motivo de esa vacunación continua, puede surgir incertidumbre o hasta duda. Ante ello, resulta importante que las personas conozcan los beneficios de la vacunación y su aporte a la sociedad desde el punto de vista personal, familiar, económico y para la salud pública.
La vacunación protege a las personas frente a padecimientos o consecuencias graves e incluso contra la muerte, ocasionados por diversas enfermedades. Es decir, las vacunas pueden hacer la diferencia y salvan vidas.
Aunque de niños se reciben la mayor cantidad de vacunas, tanto los adolescentes como adultos también necesitan reforzar su esquema de vacunación -de acuerdo con lo establecido por la autoridad sanitaria del país- y proteger su sistema inmune contra enfermedades como el neumococo, la gripe, varicela, el tétanos y sarampión, entre otras.
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Evita la propagación de enfermedades infecciosas entre familiares, amigos, compañeros de trabajo y hasta la sociedad en general. Además, ayuda a proteger a niños, a personas con un sistema inmune débil -como los pacientes con cáncer- y adultos mayores, las cuales son poblaciones propensas a padecer infecciones más serias. Cuando existe un número suficiente de personas inmunes, se puede lograr la “inmunidad colectiva o de grupo”.
Un ejemplo importante del valor de la vacunación es que, gracias a esta, se consiguió erradicar la viruela, en el año 1980, en el mundo.
Las vacunas son esenciales para prevenir y controlar nuevos brotes de enfermedades infecciosas.
La región de las Américas fue la primera en eliminar la poliomielitis, en el mundo, en el año 1994. Sin embargo, actualmente, es la segunda con peor cobertura vacunal en general, debido a la desinformación, resistencia a vacunarse y a otras consecuencias generadas a raíz de la pandemia por la covid-19. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) insta a los países a intensificar los esfuerzos de vacunación, a manera de no exponer a los niños ni a la población en sí, a nuevos brotes, incluyendo de polio.
Cabe destacar que, acuerdo con la UNICEF, unos 25 millones de niños no reciben sus vacunas cada año, situación que los pone en riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
La vacunación es una de las intervenciones de salud pública más rentable, ya que reduce los costos asociados al cuidado de personas enfermas y al tratamiento en sí. Además, permite un ahorro en la productividad de los servicios sanitarios.
Por ejemplo, una gripe promedio puede durar hasta dos semanas, generando de cinco a seis días de trabajo o clases perdidos. En el caso de una neumonía, ciertas personas pueden retornar a su rutina habitual una o dos semanas después de haber padecido y tratado la enfermedad, mientras que otras pueden requerir un mes o más.
Se le considera una herramienta de equidad, ya que disminuye la desigualdad en la atención de salud y beneficia a aquellas poblaciones más desfavorecidas.
Vacunarse forma parte de un estilo de vida saludable; es tan importante como hacer ejercicio, llevar una dieta sana y efectuarse chequeos médicos regulares.
La vacunación mejora la salud, la esperanza de vida y, por ende, permite un incremento en la productividad de las personas. Gracias a la inmunización, los niños pueden caminar, jugar y aprender, así como obtener mejores resultados en sus estudios, lo que genera beneficios económicos para sus comunidades.
Las vacunas son seguras
Las vacunas son administradas, de forma segura, a millones de personas cada año, ya sea como parte del programa de inmunización del país o como medida ante alguna amenaza de enfermedad infecciosa. Las más utilizadas llevan décadas de uso.
Toda vacuna pasa por un proceso de prueba riguroso, contemplando diversas fases de estudios clínicos. Así, las autoridades de salud revisan los resultados de estos ensayos para ayudar a garantizar que el fármaco cumple con las más estrictas normas de seguridad y eficacia antes de ser usado por la población en general.
A partir de que la vacuna es aprobada, introducida y usada en el país, las autoridades de salud también vigilan su seguridad.
El objetivo de la medicina preventiva es la ausencia de una enfermedad, ya sea previniendo su aparición o deteniéndola y evitando las complicaciones posteriores al contagio. Con más de 130 años de experiencia en el campo de la vacunación, Pfizer considera que las vacunas son una de las herramientas más exitosas y efectivas para mejorar la salud pública mundial y por eso, busca generar un impacto al enfrentar enfermedades bacterianas, virales e infecciosas mediante un portafolio robusto de vacunas, que abarca todas las etapas de la vida.